agosto 23, 2006

Una noche en la calle

La vida puede ser tan diferente para unos y otros, es difícil no cerrar los ojos y dejar de ver la realidad de personas semejantes a uno, muchos lo hacen y viven en sus mundos de cristal con sueños que parecen reales.
Tuve que viajar por razones de trabajo, mientras me pagaban viáticos, pasajes y demás, decidí no pasar la noche en el hotel donde me hospede, decido dar una vuelta en el inframundo, un mundo que por lo general todos conocen y muchos hacen la idea de que no existe.
Salí del hotel después de haber ignorado el inframundo, después de haber visto y paseado por lugares bonitos y que solo se muestran a los visitantes; me dispuse a caminar y no es que conozca Cochabamba muy bien del todo, las veces que fui me la pasaba paseando en coche y haciendo cosas típicas de un visitante.
Me aloje a unas cuantas cuadras de la Terminal de buses, porque al día siguiente debía coger un bus e ir a otro lugar, eran casi las 12, y en el Prado estaban personas saliendo de discotecas entrando a otras y demás cosas que hace uno cuando esta en viernes, caminando llegue a la Terminal, existe frente a esta unos puestos de venta en los que se venden api con pasteles, me siento en uno de ellos y comienzo a conversar con la dueña, era una muchacha de aproximadamente unos 24 años, me dice que ella empezó a vender en el puesto que era de su madre a los 13 años y que con su hermana se turnaban y que a ella ahora le tocaba amanecer atendiendo el puesto.
Mientras conversábamos de su vida y demás cosas aparecen los famosos polillas, ya me habían advertido de ellos con anticipación, de pronto pasan en grupos de no mas de cinco personas, eran muchachos entre los 13 años y 20, desarreglados y sosteniendo en sus manos las bolsas de clefa (un pegamento muy fuerte con el que se suelen drogar), la muchacha del puesto me dice que no me preocupe, que ellos no me van a molestar porque ya los conocen y no atacan a los puestos sino a los transeúntes.
Ya eran como la una, y ya no podía regresar al hotel caminando en especial después de ver como estos polillas desvestían a un transeúnte que estaba algo pasado de copas, la muchacha me comento que ellos siempre estaban rondando por ese lugar porque aparte de asaltar a algunos viajeros que llegaban a la Terminal, a borrachos que pasaban solos por ahí, que era usual verlos que por lo general ya los conocían y que ellos no podían hacer nada ni meterse cuando estaban asaltando a alguien porque los tenían amenazados. Mientras me contaba esto al frente del lugar donde nos encontramos en una parte de la Terminal existe un puesto de asistencia publica, y de pronto llego a ella un señor con la cara toda llena de sangre, la camisa rota y con sangre, yo me sorprendo mucho y la muchacha me dice como toda cosa típica, que eso siempre pasa, que así salen de los pleitos que tienen en un bar cercano y que no es nada extraño ver a alguien con cortaduras de botella, no podía salir del asombro, era increíble que mientras a un par de cuadras unos se gastan unos 100 Bs. solo en un trago a pocos metros de distancia por 5 Bs. lo desvistan y lo golpeen a uno.
Por el lugar también frecuentaban mujeres de la noche, tenían un acento camba y trataban de ligar a todo hombre soltero que pasaba por allí, mientras preguntaba a la muchacha que si la policía no hacia nada para evitar todo esto, me decía que no, ellos no hacían nada, si había algún herido lo llevaban a un hospital y ya no podían hacer nada más; en esos instantes pasaron unos muchachos con acento peruano y detrás de ellos otros muchachos increpándolos con insultos, de pronto uno de ellos (de los peruchos) empieza a golpear a otro chico y los amigos de ambos no se metían en el pleito, se sacaron los cinturones y se empezaron a golpear de manera muy brutal, la muchacha me comento que no les agradan los peruanos que emigran mucho a Cochabamba y que causan solo problemas y por eso nadie se metía para defenderlos.
Ya eran como las 4 de la mañana, nunca me imagine poder contemplar lo que había escuchado por comentarios y visto a veces por la televisión, mi mente aun no comprendía como podíamos dejar que muchachos de 13 años se pierdan en el vandalismo y la drogadicción, muchachas de 15 años dedicándose a la prostitución, que la policía no haga nada para resolver este caos, que el presidente se dedique a decir que hay una conspiración en contra de su gobierno que haya gente que se encierra en su burbuja, yo era una de ellas, y que no se atrevan a salir y ver el otro lado de la realidad.
He pasado una noche en la calle, una noche contemplando la violencia, la falta de voluntad para hacer algo, para tratar de ayudar, que impotencia, que dolor, aun pienso de que forma tratar de ayudar, de que forma hacer que las supuestas instituciones que ayudan a jóvenes con problemas de drogas hagan algo, pero mi voz se pierde en el grito de la ciudad.
No es la primera ni la única vez que me lanzo a algo desconocido, espero poder aprender más de todo lo que vivo para poder tratar de hacer algo, para divulgar que el sufrimiento no esta solo a simple vista, que también hay muchos que sufren y nadie quiere saber de ellos. Esto no solo pasa en Bolivia sino en muchos lugares.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios mío!!! pero es así de claro que pasan las cosas...
Y como dices tú, nisiquiera la policia hace nda, para que diablos hacemos nosotros sin lo que podemos hacer es morirnos esperando que alguien haga algo.
Pero nada, algún día se unirán las masas de desvalidos y los que tienen que pasar por esas cosas y derrocarán a esos maleantes o actuarán como policías para resolver esos problemas.